Este documento me lo mandó mi amiga Sandra.
No podría estar más deacuerdo.
Les comparto:
de la columna de Flor Berenguer:
Cuando estudiaba mi primera carrera profesional, la situación en casa era crítica en lo económico y familiar. Sin entrar en dolorosos detalles que afectarían a terceros, dire que me ví obligada a trabajar para poder estudiar.
Así las cosas, los empleos de medio tiempo para alguien que recién salió de la prepa no crecen en los árboles y con muchos esfuerzos conseguí el peor de ellos pero que al menos me permitía llegar a tiempo a clases.
Éste consistía en dar clases de literatura española a los presos de la penitenciaría para varones de Santa Martha Acatitla, la grande, denominada así porque allí se encuentran aquellos criminales que ya han agotado todas las instancias legales y compurgan allí su sentencia hasta el término.
Por las condiciones excepcionales de la secundaria técnica que opera al amparo de la ley de normas mínimas y remisión parcial de la pena, se me autorizó el empleo sin contar con el título de maestra normalista ya que agradecen al cielo que cualquiera se aparezca a cubrir las vacantes mal pagadas, peligrosas y encima lejanas.
Durante casi 5 años mi rutina diaria iniciaba de madrugada para llegar en 3 ó 4 camiones hasta el fin de Iztapalapa a checar tarjeta antes de las 7 a.m., dar mis clases, colaborar en las entrevistas para preliberación y realizar otras actividades de orden cultural. Salía de allí a medio día con una torta de frijoles y una concha tomadas del rancho carcelario para llegar a CU antes de mi primera clase a las 2 pm.
Esos años departiendo con lo más granado de la criminalidad me autorizan moralmente a reiterar que creo totalmente en la pena de muerte y que considero indispensable revivir el espítiru original del artículo 22 de nuestra constitución que la señala para secuestradores, salteadores de caminos, traidores a la patria y asesinos con alevosía.
Estoy harta de escuchar las explicaciones bizantinas de los defensores de los derechos humanos que sólo se abocan a tutelar los de los criminales sin pensar que son las víctimas las que deberían quedar salvaguardadas de entes que no merecen el calificativo de humanos y menos aún de animales ya que estos matan por hambre o protección, nunca por el placer de hacer daño o generar una ganancia adicional al sustento cotidiano.
En mis años de trato con criminales, violadores, secuestradores, asaltantes, pederastas, narcotraficantes, asesinos a sueldo, rateros y maleantes de toda calaña puedo asegurar que hay en algunas personas un gen maligno que impide toda rehabilitación y que la linea sutil del bien y el mal está totalmente borrada en sus mentes.
Para ellos no hay rehabilitación posible, sólo la destrucción de su malignidad pone a salvo al resto del mundo de esta mancha contaminante.
Con los pelos de la burra en la mano puedo afirmar sin temor a que nadie me contradiga que las cárceles no son centros de rehabilitación como cacarean las autoridades sino verdaderas universidades del crimen, sobre todo las prisiones mexicanas que tienen este sui generis sistema tipo Club Med donde el preso goza de mil canonjías siempre y cuando las pueda pagar y que son un verdadero insulto de corrupción para las víctimas a las que la justicia nunca les cumple.
El caso de Fernando Martí, este terrible secuestro que no sólo acabo con la vida de un jovencito de sólo 14 años, sino con toda su familia que quedó moralmente destrozada, vuelve a poner en el tapete de la discusión el tema y creo que ya hay que dejarnos de niñerías y aceptar que la realidad nos ha rebasado y que no vivimos en Disneylandia.
El diputado priista Emilio Gamboa desde la Cámara de Diputados lanza la propuesta y yo estoy dispuesta a sentir simpatía electoral por cualquiera que saque de circulación a esos seres abominables sin entraña que no se tocan el corazón para jugar con la vida y suerte de los demás, porque no nos hagamos idiotas ¿alguien espera que años en reclusión rehabiliten a estos monstruos?
La opción que dan los defensores de los derechos humanos es la cadena perpetua que no lo es tanto ya que la pena máxima en México es de 40 años no acumulables y con la ley de normas mínimas y remisión parcial de la pena hablaríamos que en no más de 18 años el sujeto estaría en la calle delinquiendo de nuevo, eso, claro está, si no se fuga antes, tras vivir entre rejas de nuestros impuestos gozando de visitas familiares, conyugales, comida casera, televisión, celda privada y todo lo que su dinero le pueda comprar gracias a la rampante corrupción carcelaria.
No seamos inocentes, el Mochaorejas o estos judiciales de la banda de la flor no tienen rehabilitación posible como tampoco la tienen quienes actúan por compulsión como los violadores y pederastas, por lo tanto antes que una manzana pudra a todo el barril es mejor desecharla.
Por ello le invito a que presione por que la pena de muerte regrese a nuestro país. Ya se que los estudiosos del derecho, mismos que posiblemente no hayan pisado una cárcel ni de broma vengan a decirme que eso no limita la delincuencia, argumento que tal vez sea cierto en teoría pero en la práctica se ha demostrado que la mano dura ayuda bastante a evitar las reincidencias.
En esos avatares de mi rocambolesca vida, pasé un tiempo en Afganistán y Pakistán, paises musulmanes que no se andan con cuentos a la hora de castigar el crimen.
Allí si robas, se te corta la mano criminal y la horca te espera en casos de asalto, asesinato o narcotráfico, con lo cual puedo afirmar que me sentìa más segura al viajar al lado de los guerrilleros Mujaidines afganos que dejando mi carro estacionado en una calle céntrica de la Ciudad de México.
Por ello celebro y lo hago con mayúscula que el gobernador Perry de Texas no haya echado la pata para atrás a la hora de castigar a José Medellín, ese tamaulipeco indocumentado que hace 15 años tomó parte en la violación tumultuaria, tortura y muerte de dos adolescentes en Houston y al cual tan 'valientemente' defendió a un costo millonario el gobierno mexicano aduciendo al hecho que cuando fue detenido él no solicitó auxilio consular ni se le informó del derecho al mismo.
Medellín, cínico en su confesión, esperó en el pabellón de la muerte por una clemencia que no tuvo para con sus víctimas tras alegatos legales que le prolongaron la vida 15 años. Finalmente la Suprema Corte de Justicia de los Estados Unidos se puso de corbata a la Corte Internacional de la Haya e hizo lo que su ley dice en su país. Y de nuevo lo apoyo, ya basta de hacerle a la Medre Teresa de Calcuta con esta bola de desechos sociales.
Necesitamos mano dura, que delinquir no sea buen negocio, que la policía nos cuide en vez de hacernos sus víctimas y que en México el crimen no sea buen negocio.
Cuando pienso en cuantos Fernandos Martí hay por allí, víctimas de judiciales, policías, Afis y demás yerbas, reitero mi llamado a que dejemos de pastar mansamente como borregos y alcemos la voz con un ¡Ya basta! claro y fuerte que se escuche en el 2009 en las urnas, único lenguaje que entienden nuestros políticos Totalmente Palacio.
A estas alturas de mi vida, tan llena de altibajos, bueno , más bajos que altos, curtida por la crueldad de verdaderos pros, no siento que tenga ya nada que perder al intentar iniciar un movimiento ciudadano que responda realmente a lo que siempre hemos soñado y nunca hemos obtenido, como dice mi admirado Mario Benedetti :'Te quiero en mi paraiso, es decir que en mi país la gente viva feliz, aunque no tenga permiso.*
*¿Te gustaria entrarle?*
*Flor Berenguer*
jueves, 11 de septiembre de 2008
de la columna de Flor Berenguer:
Publicado por Monilla en 7:53 p. m.
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5 comentarios:
a mi esto de la pena de muerte se me hace entrar en camisa de once varas...porque al escuchar lo que le paso a la familia Martí, te da rabia saber lo que por dinero hacen esos animales(no se les puede llamar personas) pero...como son las autoridades me da miedo pensar que pudieran condenar a un inocente y entonces cual sería la diferencia entre los malos y los buenos?..mira lo malo es que ya aquí estamos hablando que no sabemos quien esta de nuestro lado... :(
ay nanita!
de acuerdisimo con tu post!
Asi es Jenny.
Realmente es el unico pero que le pongo a esto de la pena de muerte,que se presta muchisimo a la corrupcion.
Porque estoy deacuerdo con Flor en que las carceles solo son escuelas del crimen.
Saludos
Hola Karlita,
Y si, realmente si es de dar miedo, no ?
Gracias por la visita
PEDRO JIMÉNEZ. LA REHABILITACIÓN Y LOS PERMISOS CARCELARIOS EN BRIANS.
Rafael del Barco Carreras
No es que en Brians hayan fracasado los tratamientos de rehabilitación, es que el concepto en si mismo es una gran mentira alimentada por cientos de “profesionales”, políticos o “intelectuales”, ¡un inmenso negocio! Un negocio de cloaca, de asco. Sicólogos, siquiatras, asistentes sociales, médicos (muchos contratados y pluriempleados), funcionarios, abogados especialistas en penitenciario, juntas de tratamiento, direcciones generales, políticos con “amigos”, y juzgados de vigilancia penitenciaria. Pretender que un psicópata drogadicto se rehabilite es de chiste si no fuera tan trágico. En definitiva, nadie pretende nada… siguen el “cuento”. Enormes carpetas bajo el brazo, entrevistas con profundas reflexiones… ¿a quien se le ha ocurrido que a un perro enjaulado y “torturado sicológica o a palos” al soltarlo se habrá convertido en un manso caniche? ¡Programas de rehabilitación, que sandez! El preso, supervivencia y la fuerza obliga, se adaptará más y mejor según su grado de inteligencia. Cuanto mejor pelotee más se acerca la libertad, pero en el caso de los violadores y asesinos su ego se pudre a límites que jamás comprenderemos los “normales”. Me decía uno, “cuando salga lo primero que haré es cagarme en la tumba de mi mujer…”, y a otro compañero de celda, justificando sus violaciones, tuve que “pararle los pies” confundiendo mi relativa condescendencia por el bien de la convivencia. Me lo impusieron en la celda por su seguridad. A Pedro Jiménez, por suerte, le conocí pero no conviví.
El lunes 1-03-10, cuando llegué al Palacio de Justicia para asistir de oyente al juicio por la corrupción en la Delegación de Hacienda de Barcelona, las teles y medios copaban la entrada. Días antes el despliegue por la ocupación de las pistas del Prat, y antes por las declaraciones de Josep Borrel o Lluis Prenafeta, ya me habían acostumbrado. Pero cuando, para mi gran sorpresa, alguien me advirtió sobre la repetición del juicio contra el asesino y violador Jiménez que cito en mis escritos aludiendo a la corrupción en Brians, me tentó la idea de cambiar de Sala.
Me decidí por Hacienda y De la Rosa, aunque estos días toque a Núñez y Navarro. Jiménez me repele, y recordar mi último año en Brians, 2004, cuando a violadores con asesinatos pasados y después de REHABILITADOS, o simplemente cuando a De la Rosa le concedían los terceros grados a ritmo de “plena corrupción”, y yo salí, tras un torturante proceso burocrático, SIETE DIAS después de cumplir la condena, no me apetecía.
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